Crítica: ARBOR – «Eventide Primitivism»

Banda:  Arbor

Título:   Eventide Primitivism

Año: 2024

País:  EEUU

Formato: Álbum

Duración: 40 minutos

Discográfica: Blood and Crescent Productions

Género:  Black Metal

(8.5/10)

Si es posible un musico que haya concitado la admiración de todo el mundo y la sensación de antaño de esperar a que salga un disco para devorarlo, es posiblemente el neoyorquino Taurus. Sus trabajos (todos de notable para arriba), su autenticidad, su estajanovismo y su hermetismo hace que cada lanzamiento, no sé si llamarlo evento planetario pero si centra todos los comentarios del mundo del BM. Y con Arbor no podía ser menos (con el último de Gauntlet Ring más aún).

Y es que este disco de Arbor (junto con Gauntlet Ring creo que mi favorito) nuevamente ha vuelto a llegar a niveles de altisima calidad. Y esto lleva unos años siendo tal tradición que llegará un punto que no nos sorprenda o que agote la veta. Por adelantarme, a mí el disco me ha gustado, y mucho, pero me ha dejado un poso de «bueno, esperaba algo más». Y ese más ha sido que, más que un disco de Unholy Black Metal a piñón, con su consabida oscuridad y hermetismo, esperaba (viendo el anterior EP y el desarrollo de sus intros y outros) un sonido más envolvente y reflexivo, más medios tiempos y más profundidad.

Creo que el disco alcanza un sonido bastante bien conseguidos con esa parte monótona e hipnótica tan bien conseguida en temas como «The shroud of frost» o «Hope of twin destinies» incluso casi que da la impresión de estar todo improvisado sobre la marcha porque «Blood rage divine» tiene uno solo cacharrero en el que parece que no termina de entrar bien, sonado casi hasta naif.

Pero más allá de esto, que no pueda recordar a su «Behold… the age of pagan blood», donde el disco verdaderamente despunta es en el temazo «Nocturne’s odium», el más largo del disco y compuesto de varias partes que se van integrando una tras otra de manera sensacional trayendo a la mente esas atmósferas noctivagas que andaba yo buscando en este disco. Pero es sobre todo el tema que cierra el disco el que ejerce de culminación absoluta para el trabajo de Taurus.

«A thirst for night’s blood» ejerce una sensación hipnótica con unos riffs que hielan la sangre y crean atmósferas de ensoñación, propias de los momentos nocturnos de la vida. Ese final que se desvanece sería el corolario para el disco que esperaba. No nos llevemos a engaño, el disco es bueno, muy bueno, pero necesitaba algo de oscuridad distinta. Aún así, un tipo que resulta fiable musicalmente (no sus envíos). Compra segura

PD: Lo de ponerse una camiseta del grupo para la portada lo llevo regulinchi. Cosas que tiene uno.

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